6/14/2011


Nuevos documentos sobre el Amauta

EL COMBATE DE MARIÁTEGUI§

          César Lévano



Alguno estudiosos han empezado a discutir en torno a Mariátegui con el ánimo de probar que Mariátegui era “antagónico con la III Internacional” (Flores Galindo: “La agonía de Mariátegui”, pág. 122); que poco antes de morir Mariátegui se preparaba a partir a Buenos Aires debido a su polémica con la Internacional (“el sólo hecho de su viaje ilustra gráficamente su discrepancia con la Internacional”, Flores, p. 107); que en el momento de su muerte Mariátegui era un derrotado y un aislado (“había perdido todo sustento al interior del grupo, su posición era notoriamente minoritaria, incluso había sido abandonado por sus colaboradores más próximos”: Flores, p. 108). Esas y otras afirmaciones del “mejor libro en el campo de las ciencias sociales en 1980” (Sinesio López) son absolutamente inexactas. Existen numerosos documentos que lo demuestran. En estas páginas aportamos textos inéditos o poco conocidos que arrojan nueva luz sobre el debate. Son documentos que nos han sido proporcionados por el Dr. Moisés Arroyo Posadas, camarada y colaborador del Amauta.
Fue Haya de la Torre quien indicó el proceso de deformación respecto a las relaciones entre Mariátegui y la Internacional. En diversos artículos y escritos he señalado el origen lejano de esa desfiguración: un texto escrito por Haya en 1944 e incluido luego en el libro “Y después de la guerra ¿qué?” (Lima, 1946). Allí se afirma que los acuerdos de la Primera Conferencia de Partidos Comunistas Latinoamericanos realizada en Buenos Aires en junio de 1929 “determinaron el apartamiento completo de Mariátegui de toda actividad política y la preparación de su viaje a Buenos Aires para dedicarse exclusivamente a sus actividades intelectuales”.
La afirmación tuvo fortuna. Tras su huella han marchado Luis Alberto Sánchez, Juan José Vega, José Aricó y Flores Galindo, orden cronológico. Haya sabía lo que hacía cuando, en su etapa de exacerbación del anticomunismo y el antisovietismo, inició la divulgación de su tesis. En realidad, detrás de una polémica de apariencia erudita se ocultan cuestiones de principio que no sólo ayudan a comprender a Mariátegui, sino a situarnos frente a hechos y conflictos actuales de la realidad nacional e internacional.

El programa

Entre los documentos aportados por el Dr. Moisés Arroyo Posadas hay uno que se refiere al programa presentado por Julio Portocarrero en la conferencia comunista de Buenos Aires. He demostrado en un libro y un artículo no sólo que pertenece a Ravines, cosa que cualquier lector de Martínez de la Torre pudiera haber señalado, sino que es copia literal, salvo en dos puntos, de los acuerdos del VI Congreso Internacional Comunista. Flores Galindo, por su parte,  sostiene en un libro mencionado que ese es “un texto soslayado, omitido y desterrado del pensamiento de Mariátegui”. Algo más: “También en ese programa resultaron nuevas discrepancias con la Internacional. En ese entonces los comunistas admitían la lucha armada, pero hubieran preferido que se propusiera la organización de “soviets” y no de “municipios” como sostenía Mariátegui”.
En MARKA 186 señalé que ese programa “desterrado” no era de Mariátegui. Flores Galindo reconoció sin decirlo que yo tenía razón. “Evidentemente”, expresó, “no fue escrito por Mariátegui”. A renglón seguido afirmó que “César Lévano (...) quiere desterrar del mariateguismo un texto que como el programa de Buenos Aires constituye imprescindible puente entre los socialistas peruanos y la Komintern”. ¡Osea que el texto demostraba inicialmente la ruptura de Mariátegui con la Internacional; pero después –después de mi artículo – “resulta imprescindible puente” entre la Komitern y Mariátegui!.
Hay en esto algo más desconcertante aún. Dice Flores Galindo en su réplica a mi artículo que el programa leído por Portocarrero en Buenos Aires había sido aceptado por Mariátegui. Se basa en una carta de Hugo Pesce escrita el 25 de junio de 1929 a los comunistas de París y publicada hace 33 años por Martínez de la Torre. En la misiva se lee que el programa redactado por Ravines “ha sido aprobado en su contenido con las modificaciones formales”. Según Flores Galindo, Mariátegui estaba implicado, como dirigente del Partido Socialista; en la “aceptación” y la “aprobación”. Osea que el programa de todas maneras era de Mariátegui.
No es exacto. El párrafo pertinente señala más bien que esa aprobación era la del Buró Sudamericano de la Internacional en Buenos Aires y que Mariátegui no tenía nada que hacer con ella. En las carta de Pesce, que está dirigida a Ravines, se dice:
“Con respecto al programa hemos leído a los compañeros el Proyecto de Programa enviado por Ud. con fecha 9. de diciembre próximo pasado. Ha sido aprobado en su contenido, con unas cuantas modificaciones formales. Sin embargo, hemos acordado redactarlo en forma más amplia, contemplando otras particularidades. Espero enviarle copia de este último, incluido a esta; si no, será con el próximo correo” (Ricardo Martínez de la Torre: “Apuntes para una interpretación marxista de la historia social del Perú”, tomo II, Lima 1948, p. 484).
Evidentemente, la aprobación y las correcciones se estaban haciendo allí, en Buenos Aires. Hay una prueba irrefutable de que ese programa no era el del Partido Socialista ni de Mariátegui. Está en una carta que éste dirigió a Moisés Arroyo Posadas el 9 de setiembre de 1929, y que reproducimos ahora. Allí se lee: “En breve le enviaremos copia de la tesis de Rabines y sus compañeros” (Subrayado de C.L.). Esta carta a sido reproducida en un artículo de Arroyo Posadas que figura en la última edición de “Allpanchis”, revista del Instituto de Pastoral Andina dirigida por Flores Galindo.
Dicho sea de paso, en su libro Flores Galindo sostiene, basándose en el testimonio de Alejandro Franco, que Pesce y Portocarrero regresaron sólo en febrero de 1930 desde Buenos Aires. Este fechado le facilita algunas disquisiciones sobre presiones de la Internacional sobre los dos delegados peruanos a la cita de Buenos Aires. Pues bien: toda la historia de la fundación de la CGTP demuestra que Portocarrero estaba de retorno en Lima por lo menos desde julio de 1929. En carta de Eudocio Ravines, Luciano Castillo, Alcides Spelucín y otros fechada el 9 de mayo de 1930 se lee:
“Ud. “entienden” que “la conferencia comunista de Buenos Aires, a la que asistieron dos delegados comunistas peruanos ha hecho cambiar fundamentalmente el rumbo de la organización del Partido”. En primer término Uds. parten de suposiciones, y en segundo, pierden la noción de la cronología; hace diez meses que los delegados peruanos que asistieron al Congreso de Buenos Aires, se encuentran entre nosotros y, desde entonces hasta ahora, no han cesado de participar en nuestras reuniones, en nuestras polémicas, en nuestras votaciones” (Martínez de la Torre, tomo II, p. 515. Subrayado de C.L.).
Con esas pruebas, caen por su propia falta de peso lucubraciones como que Portocarrero y Pesce “sufrieran durante y luego de la reunión presiones diversas sustentadas en argumentar la imposibilidad de ser revolucionarios fuera de la Internacional”. Parece mentira que un historiador profesional como Flores Galindo haya podido prescindir en su trabajo de fuentes tan elementales y accesibles como ésta.

El viaje a Buenos Aires

No voy a citar una por una las inexactitudes de Flores Galindo sobre otros temas. Sólo quiero examinar la afirmación de que Mariátegui preparaba su viaje a Buenos Aires llevado por el acoso, no sólo policial, sino de sus propios compañeros, inspirados, se supone, por la Internacional.
En una mesa redonda auspiciada por “El caballo Rojo” y que desgraciadamente no fue publicada sino en lo que correspondía a Aricó, aclaré a este que,  contrariamente a lo que afirmaba, y luego ha repetido Flores Galindo, la decisión del viaje fue muy anterior a la conferencia comunista de Buenos Aires. Aricó no supo qué responder. Evidentemente, no soy yo, como afirma Flores Galindo, el interesado en “evitar una discusión”. Por lo demás, hasta en fragmentos de cartas de Mariátegui a Enrique Espinoza que Flores Galindo cita se prueba esto. Todo lo demás es arbitrariedad pura.
No sabemos explicarnos los descuidos de Flores Galindo en cuanto a cronología. En el caso de Haya y de L.A. Sánchez, el propósito era transparente. Como hay numerosas pruebas de la reafirmación mariateguiana de su respaldo a la Internacional después de la conferencia bonaerense, les convenía presentar eso como producto de que Mariátegui todavía no se había  enterado de los documentos y la condenación contra él. De la correspondencia con Arroyo Posadas publicada en “Allpanchis”, en parte dada a conocer por nosotros anteriormente en “Unidad” (1977), y de otros textos de Mariátegui, se desprende que Mariátegui tenía los documentos de la Internacional por lo menos desde agosto de 1929. Y que fomentaba la difusión de los documentos de la Internacional o de sus organismos de masas (“El trabajador latinoamericano”, por ejemplo).
Mariátegui era un marxista; es decir, un internacionalista proletario. Lo que le diferenciaba de hombres como Ravines o Vittorio Codovilla era su antidogmatismo, su independencia de criterio, su apego a lo nacional y latinoamericano, sin renuncia a la defensa de la causa comunista mundial. En  la carta al escritor jaujino Clodoaldo Alberto Espinoza Bravo que ahora reproducimos esto queda marcado a fuego: “La necesidad de un serio estudio del marxismo me parece evidente; y la forma de remediarla señalada ya en mis anteriores cartas. Hay que realizar simultáneamente, por medio de un grupo de estudios marxistas, el estudio de la literatura marxista fundamental y la aplicación del método marxista al esclarecimiento de las cuestiones nacionales”.
También sobre el problema del partido y las organizaciones de frente único hay en esa epístola un juicio medular, que contradice las monsergas puestas al uso por Aricó y difundidas acríticamente por sus seguidores, condenadores de todo dogma siempre y cuando no sea el de su apóstol. En todo caso, los textos hablan por sí mismos.

Carta de Mariátegui a Arroyo Posadas
Lima,9 de setiembre de 1929.
Estimado Compañero:
Recibí oportunamente su carta del 15 de agosto, así como sus cuartillas sobre la comunidad de Pancán. Muy bien sus noticias y su labor.
Enviare para “Voz del Obrero” la colaboración que se me solicita. Es necesario que ustedes orienten lo mejor posible  ese periódico. Hay que ser más concreto en la tribuna de clase. Sería muy interesante que se acotase, con observaciones de la realidad local, nuestro esquema de tesis sobre el problema indígena.
En breve le enviaremos copia de la tesis de Rabines y sus compañeros. A propósito, le encargo la organización de una pequeña colecta para contribuir a los gastos de viaje de nuestro compañero próximo a regresar al Perú. No importa la modestia del óbolo.
Hay que trabajar incansablemente por propagar y sostener nuestro quincenario cada vez más cerca del sentimiento y reivindicación de las masas. No se debe cambiar una palabra con un obrero campesino, sino recordarle la voz de orden: propaga “Labor”, ayuda a “Labor”.
Le he enviado últimamente unas cosas espero que le hayan llegado ya. Le adjunto hoy copia de una carta al compañero. E. que usted se encargara de hacer llegar a sus manos. También copia de una carta de Martínez de la Torre en que trata varias cuestiones. Espero sus noticias y lo abrazo fraternalmente.
(Firmado) José Carlos.


Carta de Mariátegui a Espinoza Bravo
Lima, 9 de setiembre de 1929.


Clodoaldo Alberto Espinoza Bravo

Estimado Compañero:
Contesto su última de 12 de agosto que recibí con su artículo sobre Adalberto Varallanos. Por su extensión, este artículo, parado ya, no ha entrado en “Amauta” ni “Labor” últimas, pero lo publicaremos, a pesar de haber sido ya insertado en la “Revista” publicación a la cual también lo envió Ud. como cumplió con avisarme.
La observaciones de Ud. en general y en detalle son siempre muy interesantes. De ellas tomamos siempre debida nota, por comunicarlas yo a algunas camaradas, con especial recomendación de su sagacidad y sinceridad. Pero creemos que la mecánica de la lucha social y económica llevara a las comunidades a un plano de reivindicaciones, que serán tanto más eficaces cuanto mejor sepamos nosotros orientarlas y decidirlas. Hay que llegar a las comunidades, pese a nuestros parásitos e intermediarios. Las comunidades los echaran por la borda cuando haya madurado en ellas una nueva conciencia.
La necesidad de un serio estudio del marxismo me parece evidente, y la forma de remediarla, señalada ya en mis anteriores cartas. Hay que realizar simultáneamente, por medio de un grupo de estudios marxistas, el estudio de la literatura marxista fundamental y la aplicación del método marxista al esclarecimiento de las cuestiones nacionales. De este modo, se avanzará simultáneamente en la doctrina y en su aplicación a la investigación propia.
Pero nuestro cuadro mismo – encargado de dirigir al mismo tiempo este trabajo, el de la organización obrera y campesina, el de difusión de nuestra propaganda en la juventud -, debe quedar cuanto antes formal y definitivamente constituido.
La cuestión del APRA está totalmente superada. Hemos tenido noticias que en el Segundo Congreso Antiimperialista (“Amauta” publicó sus bases), se acordó mantener en la América Latina como una organización de frente único las Ligas Antiimperialistas. El trabajo político corresponde a los partidos de clase, la actividad económica y sindical a las organizaciones obreras. El APRA está, pues, oficialmente desahuciada por el organismo competente e inapelable que representa a todos los grandes movimientos antiimperialistas del mundo. Era fácil prever este voto. Pero no quisimos adelantarlo, para que no se nos atribuyera  demasiada prisa en el descartamiento del APRA. Es evidente ahora, si no lo he sido antes, que en nuestra actitud no ha habido en ningún momento hostilidad para Haya, como algún lugarteniente de éste absurdamente ha supuesto, sino una neta y realista visión de las cosas. La circular de Pavletich que le incluyo demuestra que la disolución del APRA ha llegado a la célula misma de México, que durante algún tiempo funcionó como su comité ejecutivo y patrocino el insensato plan del Partido Nacionalista Libertador.
Una pequeña colección de libros y folletos de doctrina, la más completa que se puede adquirir en español, puede ser pedida a la Editorial Sudam: Independencia 3054, Buenos Aires. Reuniendo varios pedidos, se facilita el envío y se pone en práctica un sistema cooperativo. Es urgente emplearlo.
Le escribiré en breve, con mas extensión. En tanto le ruego leer atentamente con los compañeros el esquema de tesis sobre el problema indígena, que Uds. deben anotar con sus observaciones de la realidad jaujina.


Lo abraza cordialmente
( Firmado) José Carlos Mariátegui.



§ En MARKA, Año VI. No 192. 19 de febrero de 1981, Pág. 18-21.