1/26/2014

EL MOVIMIENTO CLASISTA DE CHICLAYO (1920 – 1932) : A PROPÓSITO DEL PROBLEMA DE LA CRIMINALIZACION DE LA PROTESTA POPULAR

“….el movimiento popular esta saliendo del repliegue político general. Al salir se encuentra con una burguesía extremadamente reaccionarizada que no permite ni siquiera la viabilidad de su democracia burguesa, sino ejerce dictadura de clase abierta con el recurso de declarar cualquier asomo de protesta popular con el epíteto de terrorismo y justificar así la represión sanguinaria a los que somete al pueblo en su conjunto. Debemos bregar con mayor decisión por la democratización de esta sociedad peruana, por la defensa de los derechos fundamentales de las personas y para ello necesitamos entrar a la guarida y usando sus micrófonos gritarles y enrostrarles las miserias materiales y morales en las que tiene sumidos al pueblo” (Vórtice, No3, 2006, pp.3)






A fines de la última década del siglo XX, el movimiento popular en el Perú, inició la superación del repliegue político general en que se encontraba, ello se concretiza en las acciones y luchas que desarrolla el pueblo, y que hasta la actualidad (2009) demanda la forja de una dirección que brinde orientación y perspectiva al movimiento popular.



Esta dirección es imperativa construir, fundamental para otorgar cohesión y sentido a las luchas del pueblo; sin dirección, las movilizaciones y luchas, son movimientos espasmódicos rápidamente reprimidos y desarticulados por las clases dominantes. Por ello una dirección nunca debe improvisarse, necesita tiempo para consolidarse y se forja siempre en lucha de clases, al interior del movimiento popular.



Partiendo de esta premisa, fue la lucha de clases, en las primeras décadas del siglo XX, donde se gestó las condiciones concretas para que José Carlos Mariátegui forme el partido del proletariado, dotando de orientación marxista leninista al movimiento popular, con el objetivo de dirigir y conducir las masas hacia la toma del poder.



La creación del Partido Comunista del Perú (PCP), y la conformación de una dirección, bajo los lineamientos de Mariátegui, hicieron posible que el proletariado se reconociera no sólo como clase social diferente a la explotadora, sino también como la llamada a realizar la transformación social, es decir se elevó de una clase en si hacia una clase para si.



La segunda década del siglo XX, marcó el auge del movimiento popular, obreros, campesinos y sectores medios urbanos y regionales, hicieron frente en un primer momento a la “Patria Nueva”, conformada por la burguesía financiera aliada del imperialismo y luego al denominado “Tercer Militarismo”, que representaba la restauración en el poder del sector terrateniente comercial aliado del imperialismo.



Hacia fines de 1929, los obreros de Chiclayo desplegando nuevas formas de lucha y organización, conformaron luego de varios intentos, la Primera Unión Sindical de Trabajadores de Lambayeque (USTL), en su intento por articular de forma centralizada los diversos sindicatos conformados en Lambayeque.



La creación de sindicatos en haciendas fue vista como foco de organización y canal de reclamo frente a los hacendados; por ello, utilizando la fuerza policial y autoridades asequibles a su poder político, los hacendados, lograban ubicar, detectar y erradicar a los supuestos “instigadores de malas ideas” ó “personajes dañinos a la tranquilidad del pueblo”. Llegando al extremo, de expulsar a los implicados fuera del departamento e “indisponerlos”, para que no sean recibidos en ninguna hacienda. Esta forma represiva, es constante en el accionar del estado a lo largo de nuestro proceso histórico; aun más acentuada cuando se pretende acallar los planteamientos e ideales de liberación del pueblo peruano. ¿Acaso no es ese el objetivo actual del estado peruano cuando criminaliza la protesta popular?



Sin embargo, la organización obrera en haciendas como Cayaltí, Pucalá, Pátapo, etc. demostraba la necesidad de organización de los obreros en Chiclayo, quienes empezaron a tomar conciencia de su papel al interior del proceso histórico peruano. En una entrevista el dirigente obrero Arbulú Miranda recordando ese momento mencionó “…Lucio Benavente, fogoso polemista, militante sindical de marítimos y portuarios, y José Azalde de tripulantes, explicaron que aquí en el departamento de Lambayeque debería empezar una movilización de trabajadores para organizarse sindicalmente. Traían la palabra de José Carlos Mariátegui. Se leyó en la conferencia el comunicado este, entonces la masa allí presente ovacionó tremendamente a estos dos delegados y la contestación fue esta ¡Vamos a organizar la Unión Sindical¡ ¡Vamos a organizar los sindicatos¡



Fue en este contexto que se emitió el decreto del 28 de mayo (D.S.7166) , que prohibía y declaraba toda huelga ilegal, produciendo la suspensión de garantías constitucionales en donde se desarrollase; en ese momento se producían también huelgas y movimientos en Cuzco, Arequipa, Mollendo y Talara.



Esta política de corte represivo desencadenó el rechazo popular; en Lima se produjo una movilización de la FEP (Federación de Estudiantes del Perú) en conjunto con los obreros, el 3 de junio de 1931. En su afán de hacer frente a la movilización popular, el gobierno militar denunció “un complot revolucionario”, con el objetivo de legitimar, una ley marcial, por la cual las fuerzas armadas….durante la vigencia del estado de sitio podrán hacer uso de sus armas para reprimir cualquier manifestación pública....”.



En Chiclayo, el desconocimiento de un acuerdo firmado entre el sindicato de la hacienda Pátapo y sus propietarios, devino en la arbitraria detención de los representantes del sindicato de Pátapo, contando con la complicidad de la policía y del prefecto de Chiclayo.



En rechazo a esta política represiva se produjo una movilización departamental, el 12 de Junio de 1931, que demandó la puesta en libertad de los detenidos y movilizó 20 bases sindicales y gremios; cumpliendo destacado papel los gremios de choferes y trabajadores del mercado central de Chiclayo, participaron también los cañeros de Pátapo, Tumán y Pomalca quienes se movilizaron en el tren recorriendo las haciendas.



Ante el desplazamiento de los huelguistas hacia la ciudad de Chiclayo, el prefecto Hernán R. Delgado movilizó a miembros del ejército para detenerlos y obligar a los trabajadores a regresar a sus haciendas; ante la negativa de los obreros y su férrea resistencia, los miembros del ejército ametrallaron a los obreros obligándolos a dispersarse dejando algunos cadáveres (15 obreros aproximadamente).



En su informe el mayor Manuel Castillo, jefe del batallón de seguridad del norte describió “...tome las disposiciones tácticas para impedir el ingreso de las masas que venían de las referidas haciendas, las que una vez en los alrededores de esta ciudad en número más o menos de 1200 hombres con machetes, calabozos, hoces, etc. y ostentando banderas rojas con inscripciones comunistas trataron de hacer su campamento entre las líneas del ferrocarril a Pomalca y el camino carretero a las haciendas”(Gómez Cumpa –Bazán Inés 1989:189)



La respuesta represiva del estado, no sólo consistió en la detención de los dirigentes sino también en la clausura del principal vocero de los obreros (El Trabajador) como lo dejó en evidencia una carta enviada por la administración de la hacienda Cayaltí en la cual “se comunicó que el gobierno va a eliminar a todos los cabecillas y que se ha clausurado el periódico…” (Huertas V.1974:189).



A MANERA DE CONCLUSION



El movimiento sindical clasista en Chiclayo durante las primeras décadas del siglo XX, logró articular amplios sectores sociales, dotando de dirección clasista a las luchas de los obreros de las haciendas de Chiclayo (Cayaltí, Tumán, Pátapo, etc.).



Fue en la segunda década del siglo XX que al interior del movimiento popular a nivel nacional, surgió la necesidad de la constitución de una dirección marxista leninista que se despliegue en nuevas formas y responda a los problemas candentes del movimiento popular.



La caída del régimen de Leguía y el retorno de la facción oligárquica (civilista) al poder, de manera abierta y expresa en el denominado 3er. Militarismo, significó la instauración de una política represiva; única vía por la cual optaba la facción oligárquica contra el desbordante movimiento popular. En la actualidad una política represiva similar es aplicada por la facción de la burguesía compradora a quien defiende y representa el presidente Alan García.



El clima de confrontación política y descontento social en Chiclayo tuvo su punto más alto durante las jornadas del 12 de Junio de 1931, cuando la gendarmería y el ejército iniciaron un proceso de represión generalizada que buscó desarticular y dispersar al movimiento sindical clasista en Chiclayo.



La conformación del Partido del proletariado (1928) gestado al interior del movimiento popular para dirigirlo y proporcionarle dirección marxista leninista marcó el punto más alto de organización al que llegó el movimiento popular. Sin embargo, el proletariado y su flamante partido recién iniciaban el largo camino hacia su objetivo final. La prematura muerte de Mariátegui contribuyó a acrecentar los problemas de dirección, que asociado ha una incorrecta aplicación de la línea política, fueron el aspecto principal en la derrota no sólo del movimiento sindical clasista en Chiclayo, sino del movimiento popular en su conjunto.



Finalmente debemos mencionar que al interior del movimiento popular la forja de una dirección, que recogiera el legado de Mariátegui y bajo la premisa “una dirección siempre necesita tiempo para cuajar y jamás se improvisa”, buscaría reconstituir la dirección proletaria en el Partido y dotarla nuevamente de una correcta línea política. Esta nueva reconstitución del Partido de Mariátegui tendría que esperar la década de los 60 para el surgimiento de una nueva dirección que en las últimas décadas del siglo pasado inició un gran proceso social que abrió brecha en la historia de nuestro país….…pero eso es materia de una historia aún por escribir.



BIBLIOGRAFÍA


Castillo O. (1979) Chiclayo: 50 Años en la Historia de la Lucha Obrera. En Marka No 134. Año V.

Gómez C. – Bazán I. (1989) Capitalismo y Formación Regional. Chiclayo entre los siglos XIX y XX. Instituto de Investigación y Capacitación

Huertas V. (1974) Capital Burocrático y Lucha de Clases en el sector Agrario (Lambayeque, Perú, 1920 –1950). Seminario de Historia Rural Andina.

Mariátegui J. (1973) Ideología y Política. Biblioteca Peruana. Peisa 

Fuentes Hemerográficas

Revista MARKA, Año VI. 1980,27 de Noviembre.

Revista MARKA, Año V. 1979, 29 de Noviembre.