12/21/2013

LA REVOLUCIÓN FRANCESA COMO PROCESO (1789 – 1848): UN MÉTODO DE ESTUDIO

  Alberto Rivera
                         betorh58@hotmail.com

“En síntesis, para el conocimiento es clave la síntesis; para la síntesis es clave sacar la ley; para sacar la ley es clave capturar la contradicción principal; para capturar la contradicción principal es clave detectar cual es la constante históricamente. Y apara esto último es clave tener una mente con sentido de proporción, que sepa balancear, discriminar, comparar, relacionar, jerarquizar, clasificar, descartar, triangular, enfocar en perspectiva, formular hipótesis, inducir, deducir, etc.”
(Revista Vórtice, No 11, 2008: 5)

En múltiples ocasiones los jóvenes estudiantes, quienes se preparan para ingresar a las universidades, tienen  gran dificultad  en la comprensión del curso de historia, y ello se debe fundamentalmente a la forma como es enseñada esta ciencia social. Debido a ello, surgió la necesidad de  delinear un método que permita al estudiante poder alcanzar el nivel de análisis y síntesis que requiere la historia y no sólo memorizar fechas y nombres.
 Por ello planteamos que cuando estudiamos la Historia; debemos resolver desde que forma analizaremos los hechos históricos; para ello existen dos  métodos de abordar el estudio; uno metafísico e idealista y el dialéctico – materialista; el primero, tiende a aislar los hechos incidiendo en sobremanera en memorizar fechas, nombres, datos; ejemplo de ello, la forma memorística de enseñar la historia en múltiples centros pre universitarios, haciendo que el alumno se convierta en un ser dotado de datos cronológicos o que aprenda nombres de personajes, ciudades, etc, pero con un  gran problema por resolver, no haber llegado a comprender, que los hechos en la historia son eslabones que  forman parte de una gran cadena que justamente es el proceso histórico.
El segundo método, conocido como dialéctico materialista, ya había sido planteado en una edición anterior (Vórtice No 14), al respecto habíamos adelantado que nosotros abordaríamos  los hechos desde una forma de entender la historia, llamada científica o dialéctico materialista, creada por Carlos Marx; la cual enfoca los hechos, partiendo del análisis y la comprensión de la historia como proceso; encontrando  que en ella se desarrollan y desenvuelven ondas, ciclos, de dilatación y contracción como forma de expresión de la ley universal, la contradicción. Como ciencia habíamos mencionado “…la historia, debe estudiarse como proceso, con partes que se interrelacionan e interactúan entre sí,  unas a otras, y no de forma aislada” (Vórtice  No 14: pág. 13).
Desde esta perspectiva analizar la Revolución Francesa conlleva dos problemas, el primero es de índole causal y el segundo sobre la duración del proceso, en cuanto al problema causal, abordado en un artículo anterior,  concluíamos que “…En el proceso de la revolución Francesa los factores externos constituyen el marco referencial y los elementos coadyuvantes en convergencia con los factores internos (factor principal) generaron y motivaron todo el proceso de la caída del Antiguo Régimen en Francia”.
El relación al segundo problema, trazar los cortes temporales para un mejor análisis, es decir, poder tener un marco cronológico referente a  la duración de la Revolución Francesa, algo así como colocar hitos o hacer los cortes en el proceso de la historia universal para saber el tiempo que abarcó este gran acontecimiento.
Sobre la Revolución Francesa es casi generalizado en el análisis  de los historiadores; considerar que este hecho histórico abarcó cronológicamente desde 1789, iniciado con la toma de la Bastilla y el papel protagónico del tercer estado (estado Llano), hasta 1815 con la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte en Waterloo.
Una perspectiva, que soslaya  aspectos  y hechos que se relacionan íntimamente con la revolución, como son la Restauración Borbónica, la Santa Alianza y las llamadas Revoluciones Liberales de 1830 y 1848.
 Analizar la Revolución Francesa teniendo como referentes 1789 y 1815 implica cortes temporales que no abarcan  todo el proceso de esta revolución burguesa, la cual en primer lugar,  se encuentra inserta dentro de un amplio periodo caracterizado por la lucha de la burguesía por obtener el poder político en el orbe.
Conocida como la Revolución Occidental (1648–1848)” y producida fundamentalmente en Europa, dado que allí descansaba la burguesía más desarrollada del orbe que aspiraba a la conquista del poder político, este periodo se caracterizó en la Historia Universal por la lucha denodada de una burguesía que había llegado a un estado de madurez y aspiraba al control político para desde allí poder desplegar y desarrollar el capitalismo hasta llevarlo como lo a hecho hasta hoy a su máximo desarrollo.
Desde esta perspectiva, la Revolución Francesa se encontraría dentro de un gran marco referencial(1648 – 1848), iniciado por dos movimientos burgueses que le precedieron en el siglo XVII; la denominada Revolución de 1648  liderada  por Oliverio Cromwell, donde la burguesía no sólo se atrevió a desafiar al monarca desde el parlamento sino inició el lento camino a la obtención del poder político ejecutando una seria de reformas llamadas a potenciar el papel de la burguesía, como fue la firma del Acta de Navegación(1561), la cual buscaba impulsar el desarrollo de la burguesía comercial inglesa monopolizando el comercio naval y prohibiendo cualquier desarrollo industrial de alguna colonia que fuera competencia de Inglaterra, este proceso aparentemente se truncó  con la muerte de Cromwell, quien había generado las condiciones que convertirían a Inglaterra en una potencia comercial marítima.
El aparente retorno de la monarquía con la ascensión al poder de Carlos II, marcaba el aparente retorno de los Estuardo al poder y la instauración del absolutismo en Inglaterra, sin  embargo el sentido de la historia señalaba el rumbo ineluctable hacia el triunfo final de la burguesía inglesa la cual se concretizó en la Revolución Gloriosa de 1688, en la cual tras una aparente lucha religiosa entre la instauración del catolicismo por parte del monarca la burguesía buscaba acabar con un régimen que pretendía volver al Antiguo Régimen para en su lugar colocar un monarca que se subordinara a su poder político, ello quedó  concretizado con la firma de la denominada “Declaración de Derechos”, que restringía el poder de los reyes y los enmarcaba a los designios de la burguesía que pasaba en la concreto a conducir las riendas del estado ingles. Ello queda demostrado con dos de los principales puntos de esta declaración:
I - Que el pretendido poder de suspender las leyes y la aplicación de las mismas, en virtud de la autoridad real y sin el consentimiento del Parlamento, es ilegal.
IV - Que toda cobranza de impuesto en beneficio de la Corona, o para su uso, so pretexto de la prerrogativa real, sin consentimiento del Parlamento, por un período de tiempo más largo o en forma distinta de la que ha sido autorizada, es ilegal.
De esta manera se produjo el ascenso de la burguesía al poder político en Inglaterra, casi un siglo antes que en Francia (1789), acaso tendrá relación este hecho con la llegada a mediados del siglo XVIII de la llamada Primera Revolución Industrial, ¿Por qué esta revolución industrial tuvo su foco de desarrollo en Inglaterra? ¿Por qué el Humanismo y Renacimiento tuvo su foco en las republicas italianas del siglo XV y XVI? Preguntas que parecen no tener relación pero que guardan íntimo nexo por que en ambos procesos, la burguesía que radicaba allí era la burguesía más desarrollada, aquella llamada a delinear el camino de esta clase social en su obtención del poder político.
Volviendo a la Revolución Francesa debemos precisar que las  coyunturas convertidas en etapas como es el caso de: Monarquía, Republica y Era Napoleónica). Marcan no solo momentos de un proceso revolucionario, sino también niveles de desarrollo íntimamente ligados de esta revolución. La monarquía guarda aun la imagen del monarca, su temor al rompimiento absoluto con lo viejo, su grado de conservadurismo, al conservar la imagen del rey y su institución, limitada por la promulgación de la Constitución de 1791 y la abolición de los derechos feudales, pero solo llegara a su fin cuando en Guerra contra Austria se demuestre que el rey francés incluso conspiraba contra su propio pueblo en aras de retornar al control del poder absoluto.
La República por otro lado se encuentra marcada por la pugna al interior de la clase burguesa de los sectores Girondinos (Gran Burguesía) y Jacobino (pequeña burguesía) principalmente en el marco no sólo de una guerra por la continuación de la Revolución sino ante la amenaza externa de países que ven como un mal ejemplo y un elementos perturbador del Régimen Absolutista Europeo a Francia, ello explica el Régimen de Maximiliano Robespierre (denominado Gobierno del Terror) quien lejos de ser satanizado en las clases de Historia debería ser analizado a la luz de su contexto,  y no ser juzgado como si la historia fuese un tribunal y los historiadores jueces y fiscales quienes señalan quienes fueron inocentes o culpables, la Historia se encarga de analizar  y sintetizar los hechos de la historia para así llegar a un alto nivel de comprensión de ellos.
La Era Napoleónica significó  para Francia la exportación de su revolución a Europa, la respuesta a los intentos de los regímenes absolutistas que conspiran contra Francia, y donde resalta la figura de un estratega militar como fue Napoleón con sus águilas Imperiales, las cuales fueron las encargadas de llevar no solo sus armas  sino de irradiar los principios de la revolución en Europa. 
La derrota de Napoleón en Waterloo (1815)  no marcó el fin de la Revolución Francesa, la Restauración Borbónica (1815 – 1830) significó el intento del régimen monárquico de volver al poder, de instaurar nuevamente el Antiguo Régimen, de un regreso al viejo sistema, como si la historia concibiera regresiones o retrocesos. El aparente retorno del Antiguo Régimen fue acompañado del Terror Blanco, la persecución y asesinato a los que había participado activamente en la Revolución, así como la instauración de la llamada Santa Alianza la cual agrupó a los países absolutistas europeos que tenían como objetivo velar por el statu quo, que no vuelva a surgir en país alguno un revolución burguesa como la francesa,  por ello la Santa Alianza bajo el pretexto de defender a la Iglesia Católica, armó un ejercito multinacional con el objetivo de erradicar de Europa cualquier intento de revolución burguesa.
La Revolución de 1830 es el retorno de la Burguesía al poder político significó el triunfo de la gran burguesía que logró nuevamente la instauración de un régimen político subordinado a sus designios. Culminaría este proceso con el  gran movimiento  de la burguesía en Francia (1848) con aquella gran irrupción de masas de artesanos y campesinos quienes junto a la pequeña burguesía buscaron mejores condiciones  de vida y mayores accesos en el ámbito político, y que a pesar de ser derrotados al final del la insurrección popular, como diría Marx, los resultados llevarían al proletariado, a comprender que su emancipación dependería de ellos mismo como clase que dirija el proceso futuro.
Analizar la revolución francesa implica tener en consideración que  “….como toda revolución debe ser entendida como un proceso, debemos tener en cuenta que hay momentos de restauración de contrarrevolución, momentos en que pareciese que se está volviendo nuevamente a las formas antiguas, pero cuando las masas han vislumbrado el porvenir, el proceso revolucionario marcha  irremediablemente hacia su triunfo final”. Y  justamente partiendo de esta premisa es que postulamos que los acontecimientos posteriores a la derrota de Napoleón no son ajenos del todo al gran proceso de la revolución Francesa, por ello planteamos que  la Restauración Borbónica (1815 – 1830) fue el momento de contrarrevolución, de aparente regreso al antiguo régimen, del “retroceso en la historia”, en su marcha ineluctable hacia un nuevo momento para la humanidad. Significó este aparente regreso un momento  contrarrevolucionario que buscaría la restauración del la aristocracia y la monarquía en el poder político,  caracterizada  por  el llamado “Terror Blanco” el regreso de la política absolutista y la persecución hacia aquellos que habían sido protagonistas, participado y/o colaborado durante la revolución francesa; el terror Blanco fue la persecución y venganza de los monárquicos contra los que apoyaron a la revolución.
Sin embargo el retorno de la vieja monarquía no significó la derrota de la revolución Francesa, muy por el contrario la historia demostraría una vez mas como el proceso histórico, ese movimiento  de ascenso en espiral, que en algunas coyunturas pareciere que se detiene o retrocede sigue un curso ineluctable, quizá ello no quieran ver quienes durante las ultimas décadas se han desvivido en demostrar que el socialismo y  la instauración de regímenes alternativos y opuestos al capitalismo han sido derrotados y nunca se instauraran por que el capitalismo a vencido, que paradójico planteamiento, partiendo de la premisa que fue la burguesía, la clase hoy contrarrevolucionaria y retardataria aquella que en el siglo XVIII marcaba la pauta e iba al ritmo de la historia, marchaba en el mismo sentido.
Por tanto, concebir la revolución francesa ajena a los movimientos liberales, burgueses de 1830 y 1848 significa de alguna manera un análisis que soslaya las múltiples relaciones que se establecen entre los movimientos burgueses de 1830 y 1848 y que hacen que estas revoluciones signifiquen la culminación de la Revolución Francesa es decir el triunfo final de la burguesía francesa con la obtención del poder político.
Publicado en Revista Vórtice. Ciencia, Arte y Filosofía desde la Política. (pp. 7 - 9)
Año VI - No 25. Nov - Diciembre 2010, Lima - Perú.

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