“Las revoluciones de 1648 y de 1789 no fueron revoluciones ni inglesa, ni francesa; fueron revoluciones de estilo europeo…En ellas había triunfado la burguesía; pero la victoria de la burguesía significaba entonces el triunfo de un nuevo régimen social, el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, de la nación sobre el provincialismo, de la concurrencia sobre los gremios, de la partición sobre el mayorazgo, del sometimiento de la tierra al propietario sobre el sometimiento del propietario a la tierra, de la ilustración sobre la superstición, de la familia sobre el linaje, de la industria sobre la pereza heroica, del derecho burgués sobre los privilegios medievales…Esas revoluciones expresaban mucho más las necesidades del mundo de entonces que las necesidades de aquellas partes del mundo en que se habían desarrollado, es decir, de Inglaterra y Francia”. (Karl Marx)
La revolución Francesa, marcó el hito más desarrollado de la Era de la Revolución Occidental (1770 – 1848), donde la burguesía conquistó el poder político en varios estados europeos instaurándose definitivamente y conjurando incluso contrarrevoluciones como en el caso francés, donde la restauración monárquica de 1815 a 1830 pretendió hacer retroceder la historia. Este 14 de Julio se celebró el 220 aniversario de la Revolución Francesa, hecho histórico que llevó a la burguesía al control y dominio del Estado, mediante un proceso violento que puso fin al régimen señorial y marcó el inicio de una nueva era donde Francia reiteró al mundo cual era la perspectiva del desarrollo social, el sistema capitalista.
Analizar el proceso de la Revolución Francesa, implica un análisis donde converjan tanto factores externos como factores internos, es decir un análisis que no deseche ninguno de estos aspectos, y tampoco sobredimensione sólo factores externos.
En el proceso de la revolución Francesa los factores externos constituyen, el marco referencial y los elementos coadyuvantes que en coincidencia con los factores internos (factor principal) generaron y motivaron todo el proceso de la caída del Antiguo Régimen en Francia.
Cuando se analiza la Revolución Francesa , es necesario tener en cuenta todas las implicancias, ya que ningún hecho social se encuentra aislado, por ello debemos desagregarlo en sus múltiples relaciones para poder llegar al nivel último del conocimiento, la comprensión, es decir sacar síntesis del proceso; que acertado fue enseñarnos “El análisis nos permite desmenuzar, separar elementos para lograr una mejor comprensión…la síntesis, ésta es la que nos permite comprender la esencia del conocimiento..”.
Dentro de los factores externos que formaron parte de este periodo de la Revolución Occidental, merece resaltarse, la revolución Americana, o Independencia de las Trece Colonias (1776), revolución política que llevó a los colonos americanos a liberarse del dominio de la corona británica e implementar, en una primera fase un sistema burgués capitalista, pero donde aún se desenvolvían formas pre capitalista de explotación (esclavitud en los estados del Sur), para finalmente luego de la Guerra de Secesión (1865), romper las trabas pre capitalistas e impulsar el capitalismo en su vertiente liberal.
Este gran acontecimiento produjo gran repercusión en Europa, creando el “mito americano”, la imagen de una nueva sociedad muy próxima a la descrita por Rousseau, generando que muchos países vieran la revolución política Americana como una experiencia emulable. Pero las Colonias inglesas americanas no fueron las únicas que buscaron su independencia también irradió su influencia, los desórdenes revolucionarios de Gran Bretaña, que terminaron con asalto a mansiones, impulsado por amotinados, asalariados o pequeños artesanos en las dos últimas décadas del siglo XVIII.
En los países Bajos holandeses, la revolución se produjo entre los años 1780 a 1787, dos sectores en pugna, por un lado el pueblo contra el poder de tendencias “despóticas” del gobernador (estatúder). Y que finalmente terminó con un pacto entre los sectores privilegiados con sectores demócratas, renunciando a una alianza con los sectores de los campesinos y los que serian los “sans culottes” de las ciudades.
Al estudiar la Revolución Francesa, muchos jóvenes estudiantes intentan memorizar las etapas (Monarquía, República e Imperio Napoleónico) y el gran conjunto de hechos que se suceden durante toda la revolución. Nosotros planteamos que para llegar a comprender y sacar síntesis y lección de la revolución Francesa es necesario encontrar cual es la contradicción principal que se desarrolla al interior de la sociedad francesa de fines del siglo XVIII y cómo se expresa esta contradicción. Y para ello tomaremos una cita del historiador francés Albert Soboul quien mencionó “En Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII, el desarrollo de la economía capitalista, sobre cuya base se había edificado el poder de la burguesía, se veía frenado por los marcos feudales de la sociedad, por la organización tradicional y reglamentaria de la propiedad, de la producción y de los intercambios. Había que romper esas cadenas...” (Albert Soboul). Encontramos por tanto que la burguesía venía desarrollando nuevas formas de producción, las cuales encontraban en las formas viejas, trabas para su desarrollo, ante ello no quedaba otra opción a la burguesía que barrer esas formas antiguas de producción, trabas para su desarrollo hacia el sistema capitalista. Por tanto, las causas internas de Francia son las causas principales para comprender la Revolución.
Para el siglo XVIII en Francia, la principal contradicción en momentos previos a la revolución francesa fue: Pueblo – Antiguo Régimen y dentro del pueblo ocupó un lugar dirigente, un sector social altamente politizado y con todo un desarrollo como clase, la burguesía, sector social que en otros lugares del orbe ya había demostrado su papel de sepulturera del Antiguo Régimen. En las colonias inglesas en Norteamérica había dirigido el proceso independentista, debido a su necesidad de buscar mercados nuevos para sus productos y no depender del intervencionismo ingles.
En Inglaterra a mediados del siglo XVII, la burguesía, había logrado limitar el poder de la monarquía, asumiendo un papel preponderante el Parlamento, con gran presencia burguesa; logros que vieron por primera vez luz, en la Revolución de Oliverio Cromwell (1648) y luego con la Revolución Gloriosa de 1688 que llevó finalmente a Inglaterra hacia el desarrollo del sistema capitalista.
La revolución Francesa, significó la toma del poder político y la aplicación de toda una política que llevó a la burguesía al control absoluto del poder estatal, para desarrollar un capitalismo que “…exigía la libertad por que la necesitaba para asegurar su desarrollo. La Libertad en todas sus formas: libertad de la persona, condición del asalariado, libertad de los bienes, condición de su movilidad, libertad de la mente, condición de la investigación y de los descubrimientos técnicos y científicos” (Soboul 1981:14).
Los numerosos conflictos internacionales en los que había estado implicado el régimen francés desde el siglo XVI, provocaron una militarización del régimen, garantía de su poderío político en el ámbito internacional, frente a ello, la necesidad de garantizar una fuerte recaudación de dinero en las arcas estatales llevaron al establecimiento de una política tributaria basada en la recaudación principalmente en el pueblo.
A comienzo del siglo XVIII Francia era caracterizada como una sociedad donde las clases sociales, presentaban una característica eran estamentales, con profundas desigualdades, y una desproporción abismal en la distribución de la renta nacional y en la política tributaria. No fue la pobreza lo que llevaría al pueblo francés a levantarse contra el antiguo régimen, sino los altos niveles de desigualdad en la distribución de la riqueza.
La revolución Francesa, debe ser entendida como el proceso de cambios radicales ocurridos en Francia, que fue dirigido por la burguesía en una alianza con los sectores populares (campesinos y artesanos y demás sectores populares) a quienes direccionó y subordinó en función de sus intereses con el objetivo de tomar las riendas del estado francés, logrando barrer el Antiguo Régimen e instaurando un gobierno que respondiera a sus intereses de clase impusiera un régimen capitalista.
Y como toda revolución debe ser entendida como un proceso, debemos tener en cuenta que hay momentos de restauración de contrarrevolución, momentos en que pareciese que se está volviendo nuevamente a las formas antiguas, pero cuando las masas han vislumbrado el porvenir, el proceso revolucionario marcha irremediablemente hacia su triunfo final.
En el siglo XVII, en Inglaterra la llamada Revolución de 1648 con Oliverio Cromwell a la cabeza, produjo la instauración de la República, un gobierno que tuvo en la burguesía al sector que dinamizó las mayores demandas y marcó el rumbo de la revolución; pero derrotada se produce la restitución del régimen monárquico, parecería que la contrarrevolución daba la estocada final, sin embargo nueva coyuntura y correcto manejo de correlación de fuerzas harán que la burguesía triunfe de forma definitiva en Inglaterra en 1688 en la llamada Revolución Gloriosa, transformando la monarquía absoluta de los Estuardo en una monarquía constitucional y parlamentaria.
En el proceso de la Revolución Francesa, ocurre algo análogo, luego de la Monarquía (1789 – 1792), donde se produjo el asalto a la Bastilla (14 de Julio de 1789), símbolo de la represión del Antiguo Régimen. El 04 de Agosto de 1789 se decretó la abolición del régimen feudal y señorial, al suprimir el diezmo (impuesto eclesiástico) y otras leyes como la venta de cargos públicos y exención tributaria a los estamentos privilegiados (nobleza y clero), para finalmente promulgar la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Agosto de 1789) sintetizados más tarde en tres principios, 'Liberté, Égalité, Fraternité' ('Libertad, Igualdad, Fraternidad') las cuales quedaron consagradas en la Constitución de Francia.
Las monarquías defensoras del viejo orden no podían permitir la victoria de la revolución y la probable expansión en sus países, esta fue la razón por la cual Prusia seria la primera potencia extranjera en enfrentar militarmente a Francia; el ejército francés al mando del general François Dumouriez ante el asombro del mundo obtuvo la victoria en la batalla de Valmy (septiembre de 1792).
La traición de Luis XVI al verse descubierta su alianza con los países enemigos de la revolución, precipitaron su ejecución y el establecimiento de La República (1792 -1799), momento en el cual la revolución tendrá que hacer frente a nuevos retos, como fueron enfrentar la primera coalición internacional y en el plano interno la rebelión de los campesinos de La Vendée (1793 – 1796), que tuvo como causa principal, el reclutamiento forzoso para engrosar el ejercito francés.
Todo este conjunto de amenazas internas y externas llevó a que se produjera el triunfo en la Convención Nacional del sector jacobino, los republicanos miembros de la pequeña burguesía, que teniendo como uno de sus principales lideres a Maximiliano Robespierre instauró el “Régimen del Terror” mediante el Comité de Salvación Pública (diciembre de 1793) siendo derrocados en la Reacción Termidoriana (julio 1794), instaurándose un gobierno representante de los girondinos (gran burguesía), quienes lograron culminar la primera etapa de guerras contra Francia y establecer un nuevo gobierno.
El Directorio (1795 – 1799), no pudo sofocar el descontento social, convergieron intentos de la pequeña burguesía de tomar el poder como el de los monarquistas en su intento de restituir el viejo orden, así como el inicio de las guerras contra potencias extranjeras y las derrotas del ejercito francés, todo ello sumado a la crisis económica y los desordenes sociales llevaron finalmente a la instauración del gobierno dictatorial que tuvo en Napoleón Bonaparte a su más destacada figura.
La Era Napoleónica (1799 – 1815), representó la expansión de los ideales de la revolución a Europa utilizando las armas, las tropas napoleónicas fueron el instrumento de la gran burguesía francesa para irradiar por los territorios conquistados los postulados y principios revolucionarios, en memorables batallas, donde Napoleón hizo gala de gran estratega militar y estadista. Napoleón consolidó el poder de Francia en Europa, supo de reveses, campañas a España y Rusia, en donde la defensa del pueblo español (aplicando guerra de guerrillas) y ruso (tierra arrasada) infligieron serias derrotas a los ejércitos napoleónicos.
La derrota final de Napoleón, en su gobierno de los “Cien Días” (1815) en la batalla de Waterloo (Bélgica), para los monarquistas y contrarrevolucionarios marcó el final de la Revolución Francesa, ya que la instauración del régimen monárquico y el intento de hacer retroceder la historia fueron los elementos más representativos del gobierno de Luis XVIII y Carlos X, sin embargo la rueda de la historia sigue su curso y el viejo sistema se hunde ineluctablemente dando paso al nuevo sistema.
A MANERA DE CONCLUSION
La revolución francesa es un proceso social, complejo para el análisis, sin embargo es fundamental poder identificar la contradicción principal que se desenvuelve en cada uno de los periodos para lograr comprender la esencia de la revolución. La burguesía revolucionaria en el siglo XVIII apeló a la violencia revolucionaria para imponer su modelo económico y político, hoy la gran burguesía se escandaliza del empleo de la violencia revolucionaria en diferentes lugares del mundo que buscan transformar la realidad económica social por un sistema justo para las inmensas mayorías. Y aplica penas como las aplicó el Antiguo Régimen con sus enemigos políticos sólo por el hecho de haber intentado transformar la realidad, parece olvidar que su clase llegó al poder aplicando ese mismo principio que hoy condena. La defensa de los derechos fundamentales y el derecho a la felicidad del pueblo.
El proceso de la revolución francesa no acabó con la contrarrevolución triunfante en 1815 y la vuelta de la monarquía, la burguesía ya había conquistado el poder, y con la experiencia de una revolución en sus hombros tuvo que esperar la coyuntura propicia (la política reaccionaria de Luis XVIII) en 1830 para establecer nuevamente banderas reivindicativas y dirigir junto al pueblo un nuevo proceso esta vez en defensa de la libertad de prensa y de derecho a elecciones, en las célebres “tres jornadas gloriosas” (27,28 y 29 de julio), tomando el control de toda la ciudad de Paris y logrando la abdicación del rey y el establecimiento de una monarquía limitada representada por Luis Felipe, duque de Orleans, quien el 9 de agosto fue proclamado rey de Francia con el nombre de Luis Felipe I.
Sin embargo aún la burguesía francesa tenía preparada otra jornada (febrero de 1848) con la experiencia de dos revoluciones y un mayor nivel político, levantando banderas de carácter liberal democrático (exigieron el voto universal) y nacionalista, la burguesía reclamó un gobierno constitucional y representativo y apoyado por trabajadores y campesinos logró derrocar a Luis Felipe Orleans y proclamar la II República. De esta manera la restauración monárquica marcó sólo un periodo transitorio en la obtención final del poder por parte de la burguesía. En este mismo sentido debemos reparar que las restauraciones o las contrarrevoluciones sólo son periodos transitorios en la marcha de la historia hacia una transformación social que busque el beneficio de las inmensas mayorías de los pueblos del mundo.