8/15/2010

LA UNIFICACIÓN ITALIANA - ALEMANA

LA UNIFICACIÓN ITALIANA Y ALEMANA
 


LA UNIDAD ITALIANA. GENERALIDAD

El fracaso de la revolución de 1848 parecía postergar, indefinidamente el triunfo de las ideas nacionalistas y el sueño de Mazzini de una Italia bajo un régimen republicano. Sin embargo, apenas a diez años mas tarde un movimiento monárquico logró la unidad de la península. Sus diarios atacaron al gobierno austriaco, impuso fuertes derechos de aduana a los mercados imperiales y ordenó repetidas movilizaciones del ejército sardo. Francisco José intimó al rey de Cerdeña que desarmase sus tropas en un plazo de tres días.

LA GUERRA CONTRA AUSTRIA (1859)
El día  en que las fuerzas austriacas penetraron en Italia, los franceses avanzaron con Napoleón III a la cabeza, y los austriacos, vencidos en Magento y en Solferino (1859), abandonaron Lombardía. Sobrevino así, en julio de 1859, el armisticio de Villafranca.
Austria cedió Lombardía, entregada al reino de Cerdeña, pero conservo Venecia. Cavour trató de proseguir la guerra por su cuenta, pero Víctor Manuel II, con tino político, adhirió al tratado de Zurich, que ratificó el armisticio.

LA UNIFICACION  ITALIANA (1860 A 1866)

La victoria sobre los austriacos despertó el entusiasmo en toda Italia, y al mismo pueblo promovió la incorporación de otros estados a Cerdeña, como Parma, Módena y Toscana, que lo hicieron después de algunas sublevaciones. Lo mismo ocurrió en el territorio papal de Roma, cerca de Toscana.
En el reino de las Dos Sicilias estalló una sublevación nacionalista, apoyada por las fuerzas del general Garibaldi, uno de los constructores de la Italia contemporánea. Era republicano y librepensador, su coraje proverbial y su devoción por la libertad eran desinteresados. Derrotado en las revoluciones de 1830, luchó contra Rosas en Montevideo. Regreso a Italia en 1848, y combatió a las ordenas de Carlos Alberto. Integro con Mazzini el gobierno e la República Romana. Después debió expatriarse.
Después de Villafranca, Garibaldi organizó en Génova un cuerpo de mil voluntarios, que en un mes conquistaron la isla de Sicilia, pasaron a la Península y entraron triunfalmente en Nápoles. Las Dos Sicilias se unieron al reino de Cerdeña.
Garibaldi se encontró en Nápoles con Víctor Manuel II, que había llegado después de conquistar los estados de la Iglesia, excepto la ciudad de Roma.
Al terminar 1860, sólo Venecia permanecería aun en poder de Austria y Roma seguía siendo el último dominio de los papas.
A principios de 1861 se reunió en Turín el primer parlamento nacional y confirió la corona de Italia a Víctor Manuel, al que proclamó “rey de Italia, por la gracia de Dios y la voluntad de la nación” (marzo de 1861). Tres meses después falleció Cavour.
La guerra de Prusia contra Austria fue precedida de un movimiento diplomático en el que el ministro prusiano Bismarck convino con Italia que esta invadiría Venecia si Prusia declaraba la guerra a Austria (abril de 1866).
La guerra fue desfavorable para los italianos, pero como Prusia aniquila a Austria, Italia adquirió Venecia y los austriacos salieron de Italia.
Víctor Manuel II se había comprometido con Napoleón III a mantener el dominio del papa sobre la capital del mundo católico. Pero cuando en agosto de 1870, estalló la guerra franco prusiana, Napoleón III debió retirar la guarnición que mantenía en Roma.
Inmediatamente las tropas ocuparon Roma, a pesar de la resistencia de la guarnición papal y de las protestas del pontífice (20 de septiembre de 1870).
Víctor Manuel declaró que Roma, era la capital del reino de Italia, poniendo fin al poder temporal del Papa, creado mas de mil años antes, en la época del rey franco Pipino el breve en 756.
El Papa se negó a aceptar la anexión de Roma por Víctor Manuel, cuya autoridad desconoció. Como protesta, se encerró en el palacio del Vaticano, considerándose prisionero. Así nació la llamada cuestión Romana.
El gobierno italiano, que deseaba resolver cuanto antes tan desagradable situación, promulgó la ley de Garantías en 1871, por la que le reconoció la inviolabilidad y las prerrogativas personales de que gozan los soberanos, y garantizo su independencia y el libre ejercicio de su autoridad espiritual, pero le negó todo poder temporal. Esta ley nunca fue reconocida por la Santa Sede.
La cuestión romana fue resuelta por el tratado San Juan de Letrán de 1929. El papa fue reconocido, de nuevo, como soberano temporal de la ciudad de Roma. Se le asignaron todos los derechos y atributos propios de los estados soberanos. Entonces los papas abandonaron el encierro en el palacio del Vaticano, iniciado en 1870.

LA UNIDAD ALEMANA
GENERALIDAD
En Alemania subsistieron los 38 Estados de la Confederación Germánica, cuyos soberanos, absolutamente independientes, solo debían coordinar su política internacional en la Dieta. Esta reunida en Francfort bajo la presidencia de Austria, debía resolver casi todos sus asuntos por unanimidad, lo que le resto eficacia.
Ocho reyes, seis grandes duques, nueve duques, once príncipes y cuatro ciudades libres integraron la Confederación Germánica, donde predominaban Austria y Prusia. Una de estas debía unificar a Alemania.
El imperio austriaco, formado por diversas razas, que constituía distintas naciones, debía oponerse al nacionalismo, que significaría su desintegración.
El reino de Prusia, en cambio, era parte de la nación alemana, sus habitantes eran germanos, excepto un reducido núcleo polaco, al este. Además, el nacionalismo se había desarrollado poderosamente en Prusia, y por esto había luchado contra Napoleón, después de la campaña de Rusia. Por otra parte, a mediados del siglo XIX (1850), el rey de Prusia estableció el régimen constitucional en sus estados. Todo esto hacia Prusia el centro de la unificación de Alemania.



DESARROLLO.
1.    GUILLERMO I. El príncipe Guillermo de Prusia gobernó como regente, por enfermedad de su hermano, Federico Guillermo IV (1858), y luego como rey, a la muerte de este (hasta 1871). Guillermo I era trabajador, concienzudo y practico. Creía en el origen divino de su poder, al que deseaba afirmar con su gran ejercito.

2.    BISMARCK. Nacido de una familia de la nobleza prusiana, era ultra monárquico, sostenedor del derecho divino de los reyes y enemigo de la democracia y de los parlamentos. Para realizar la reforma militar que se proponía Guillermo I. Bismarck prescindió del parlamento e inicio una verdadera dictadura que duro cuatro años (1862 – 1866), el rey fijo los impuestos sin preocuparse de las protestas de los liberales, y decretó la reforma del ejército, sin esperar la aprobación del Parlamento.

3.    GUERRA FRANCO – ALEMANA.
Los estados del sur de Alemania unidos a los de Prusia, formaron un ejército de uso 500000 hombres. Francia no podía oponer más de 200 000, mal organizados y mal dirigidos. Además, Napoleón III, enfermo, no pudo asumir el mando de lo que llamo, pomposamente, ejército del Rhin.
La guerra, que duro seis meses (julio de 1870 a enero de 1871), se dividió en dos etapas, la imperial y la republicana.
En la primera, de unas cinco semanas, los alemanes vencieron a Napoleón III, quien debió capitular, en Sedan el 1 de septiembre de 1870, mientras se dirigía a auxiliar al ejército de Lorena sitiado en Metz.
Esta capitulación produjo la insurrección de París, dirigida por León Gambetta. (Proclamación de la III República).
Napoleón III fue destronado y se restableció la III República en septiembre de 1870. De inmediato se formó el gobierno de la Defensa Nacional, cuyo más notable dirigente fue Gambetta. En la segunda etapa, que duró unos cinco meses, el nuevo gobierno declaró a la  patria en peligro, como en los tiempos de la Revolución Francesa. Pero las circunstancias habían cambiado, y los simples ciudadanos no podían pelear contra los ejércitos bien organizados y armados. Los alemanes sitiaron París. Gambetta escapó en un globo, y desde Tours promovió la insurrección nacional contra los invasores. El ejército sitiado en Metz capituló. El bombardeo, el hambre y el frío de un invierno rigurosísimo, hicieron capitular a la ciudad el 28 de enero de 1871. El armisticio de Versalles estipuló la rendición incondicional de los franceses.
Francia elige después una asamblea Nacional: Thiers fue nombrado jefe del poder ejecutivo y se concretó con el imperio alemán – fundado en el mismo palacio de Versalles, pocos días  antes del armisticio – el tratado de Francfort en mayo de 1871.
Francia cedió Alsacia, con al ciudad de Estrasburgo y la parte oriental de Lorena, con la ciudad de Metz. Se comprometía a pagar una indemnización de cinco mil millones de francos y mantener, hasta el total cumplimiento de la misma, un ejército alemán de ocupación.